¡Hola! Me presento. Soy Sísifo, el de la roquita. Algunos recordarán mi fama, para otros ya soy un ilustre desconocido. Solían decir que soy el más astuto e inescrupuloso de los mortales. Debo de serlo, si fui capaz de burlar a la propia muerte y escaparme de las huestes del dios Hades, en complicidad con mi amada esposa Mérope. Finalmente me atraparon, por un tiempo, y para evitar que escapara de la prisión impuesta, los dioses me obligaron a empujar una enorme y pesada roca hasta el tope de una pendiente; pero cuando me ilusionaba con que había cumplido el objetivo del castigo, el peso de la piedra era tan insoportable que volvía a caer a la base, obligándome a reiniciar el odioso trabajo. Esto no representa un descrédito para mi inteligencia, dado que nadie puede escapar de su destino para siempre, ni siquiera los mismos dioses. ¿Pero acaso podéis culparme? De una u otra forma, todos tenemos alguna roca que empujar en nuestras vidas. Que levante la mano aquel que jamás haya tenido que luchar contra las adversidades y volver a reiniciar el trabajo desde el comienzo.
No pudieron conmigo. A la larga, los viejos dioses cayeron en el olvido, reemplazados por otros nuevos, y logré escapar nuevamente. Largas eras han pasado, y aquí sigo, un espíritu más viejo, tan sagaz como antes pero también más escrupuloso, ahora reencarnado en un analista de sistemas, como corresponde a una persona de mi astucia, una de las mejores profesiones que hoy pueden elegirse. Como todos los oficios de este siglo XXI, demanda una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo personal, lo que me deja poco tiempo para buscar a Mérope en esta época, pero no pierdo las esperanzas de encontrarla. Ya no empujo una roca por una pendiente, pero a veces la lucha contra la inextricable lógica de los bits y los bytes corriendo por un sinfín de circuitos microscópicos se asemeja mucho a la mítica piedra. Suelo salir airoso del trance, solo para encontrarme luego con una nueva roca más pesada que la anterior. Y vuelta a empezar. Como dije, largas eras han pasado, pero los tiempos cambian poco. A pesar de ello, siempre he encontrado la forma de divertirme. Les narraré mis esfuerzos contra la nueva roca llamada Linux. Los invito, amigos, a que nos divirtamos ahora con las posibilidades que nos otorga la Internet y esta nueva moda de los blogs; de paso, quizás aprendamos algo en el proceso. En breve, les comentaré mi propósito.
Con los saludos cordiales de
Sísifo (el de la roquita)
No pudieron conmigo. A la larga, los viejos dioses cayeron en el olvido, reemplazados por otros nuevos, y logré escapar nuevamente. Largas eras han pasado, y aquí sigo, un espíritu más viejo, tan sagaz como antes pero también más escrupuloso, ahora reencarnado en un analista de sistemas, como corresponde a una persona de mi astucia, una de las mejores profesiones que hoy pueden elegirse. Como todos los oficios de este siglo XXI, demanda una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo personal, lo que me deja poco tiempo para buscar a Mérope en esta época, pero no pierdo las esperanzas de encontrarla. Ya no empujo una roca por una pendiente, pero a veces la lucha contra la inextricable lógica de los bits y los bytes corriendo por un sinfín de circuitos microscópicos se asemeja mucho a la mítica piedra. Suelo salir airoso del trance, solo para encontrarme luego con una nueva roca más pesada que la anterior. Y vuelta a empezar. Como dije, largas eras han pasado, pero los tiempos cambian poco. A pesar de ello, siempre he encontrado la forma de divertirme. Les narraré mis esfuerzos contra la nueva roca llamada Linux. Los invito, amigos, a que nos divirtamos ahora con las posibilidades que nos otorga la Internet y esta nueva moda de los blogs; de paso, quizás aprendamos algo en el proceso. En breve, les comentaré mi propósito.
Con los saludos cordiales de
Sísifo (el de la roquita)